La notícia a preferente.com 03/01/2015
El ministerio ordena a Adif bajar el canon por el uso de las vías entre un 40 y un 50 por ciento, sin aclarar ni las razones ni las consecuencias. Al parecer, hay interés en que participen ciertas empresas que no estarían dispuestas a hacerlo con los cánones anteriores
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Estos días se hizo público que Adif, la empresa pública que gestiona la red ferroviaria del país, rebajará el canon por el uso de la vía férrea Madrid-Valencia entre un 40 y un 50 por ciento para asegurar así el proceso de liberalización. La mitad del precio, de un plumazo, de la noche a la mañana.
Supongo que la noticia se hizo pública como un gesto de la empresa pública para facilitar el acceso de los privados al mercado del transporte ferroviario. Pero a mí me parece el síntoma de que en este país no creemos para nada en la competencia, ni en el mercado. Ni creemos, ni pensamos que esto sea serio.
El ente público Adif tiene que cobrar a las empresas, a todas, el coste real del mantenimiento de la vía férrea. Si no fuera así, quienes vamos a pagar esos costes somos los ciudadanos porque, imagino, sí vamos a seguir haciendo el mantenimiento. Por lo tanto, lo lógico es que se cobren esos costes, tanto a Renfe como a las empresas privadas. Y después que cada una desarrolle sus estrategias. Esto parece un planteamiento obvio. Parece elemental.
Ahora, sin embargo, uno se pregunta: ¿es que el precio descontado, el que se anuncia ahora, es en realidad un precio incorrecto, porque el coste de usar la vía era el precio anterior? En este caso, alguien ha decidido regalar este dinero a las empresas para que les vaya bien, para que salgan adelante. Con la que está cayendo, y parece que puede ocurrir algo así. Malo. Pero quizás no sea así, quizás es que el precio anterior estaba artificialmente inflado y ahora lo que se cobra es la verdad. Si es así, malo también: ¿cómo es posible que el Gobierno, porque Adif es una empresa del Gobierno, persiga a las empresas privadas en beneficio de la pública, recargando las tarifas de esta forma tan absurda? Si es así, ¿cómo es posible que se le haya ocurrido a alguien una entrada de las empresas privadas, pero haciendo trampas.
O sea, malo en un escenario, malo en el otro.
El problema es que estas actitudes y posturas del Gobierno tienen connotaciones tremendamente serias que son las que están conduciendo a los ciudadanos de este país a no creer para nada en sus instituciones. Por supuesto, defiendo a las empresas privadas, pero en igualdad de condiciones que todos los demás. Sin embargo, hay demasiados indicios de que aquí hay connivencias extrañas, de que no hay casualidades. […]