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La notícia a lavanguardia.com 19/07/2018

 

Desde la plaza del Obradoiro, en la que se acababan de suspender los tradicionales y multitudinarios fuegos artificiales del apóstol por la catástrofe ferroviaria que se había producido apenas una hora antes en la curva de Angrois con 80 muertos, el presidente de la comisión de Fomento del Congreso de los Diputados, Celso Delgado Arce, insinuó en unas declaraciones de urgencia a la Radio Galega que se podría tratar de un atentado: “Estamos aguardando a saber de qué estamos hablando, si de un accidente o de otra cosa”. “Soy un hombre que utiliza mucho el tren y que viaja a Madrid con frecuencia. Los trenes Alvia son magníficos y las vías son las mejores de España, así que no sé de qué estamos hablando. Vamos a esperar”, señaló el 24 de julio de 2013 este licenciado en Derecho que ocupa un escaño del PP por la provincia de Ourense desde el 2000.

En su ya larga trayectoria Celso Delgadonunca se caracterizó por ser un político estridente ni un perro de presa de los que muerden a sus rivales, sino un diputado de buen talante, que en general reacciona con mesura, como quizá intentaba hacer en esas declaraciones de emergencia, en las que más que lanzar una teoría de la conspiración, parecía buscar con sinceridad una explicación ante una noticia brutal que lo descolocaba. Sin embargo, partía de una premisa incorrecta, pues esa línea que él señalaba como la mejor de España, y que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y el entonces ministro del ramo, el socialista José Blanco, habían inaugurado año y medio antes a bombo y platillo como el primer tramo del AVE en Galicia, no llegaba a la estación de Santiago. Acababa un poco antes, justo donde se había producido la catástrofe, en la curva de Angrois.

Un lustro después Celso Delgado afronta estos días una incómoda y delicada tarea. Es el portavoz del PP en la “comisión de investigación sobre el accidente ferroviario ocurrido en Santiago el 24 de julio del 2013”. Echó a andar el 10 de julio, tras constituirse en abril fruto de la ruptura de los equilibrios internos en el PSOE que supusieron la caída de Pedro Sánchez en 2016 y su posterior victoria en las primarias del 2017, proceso en el que se enfrentó abiertamente a su antiguo jefe en la secretaría de organización del partido, José Blanco. En este contexto se produjo el levantamiento del veto que los socialistas mantenían a la creación de la comisión. Terminaba así el “pacto de la curva”establecido por PP y PSOE al día siguiente de la catástrofe, para limitar la indagación de lo sucedido.

Tanto en la comparecencia del maquinista y principal imputado de la causa judicial, Francisco José Garzón Amo, como en la del jefe de maquinistas de Ourense y autor del desatendido aviso del riesgo de que se produjese un accidente en la curva de Angrois, José Ramón Iglesias Mazaira, Celso Delgado preguntó si en el momento del descarrilamiento el conductor llevaba consigo el libro horario y el cuadro de velocidades máximas permitidas en la vía. La respuesta sólo podía ser afirmativa. Sin embargo, ahí radica el problema, porque era eso y sólo eso lo que señalaba que tras una vertiginosa recta de unos 80 kilómetros desde Ourense, en la que se circula a 200, el tren debía reducir a 80 para poder pasar por la curva del viejo trazado de la década de 1950 por la que se entra en Santiago, en el barrio de Angrois.

“Yo voy siempre en coche, pero cogí a mis sobrinas de 9 y 11 años que viven en Chicago, y decidí irme en tren. Pero si a mí me cuentan que depende del maquinista… Y ya no del maquinista que vea una señalización lateral que es lo que había antes, en la convencional, es que no había ni señalización lateral. Aquí de lo que estamos hablando, y lo pueden comprobar, es que el maquinista se tenía que acordar. Unos decían, ah, cuando vea el chalet con piscina. Porque un tren no es un coche, un tren tarda kilómetros en parar”. Así explicó la seguridad de la vía Jesús Domínguez, presidente de la Plataforma Víctimas Alvia04155, en su comparecencia en la comisión de investigación, en la que concluyó que “dependía nuestra seguridad de que el maquinista se acordara, cuando viera el chalet con piscina, que tenía que empezar a frenar”.

Tras resultar herido en Angrois, este ingeniero informático impulsó la plataforma de víctimas con la exdiputada autonómica del PP de Madrid Teresa Gómez-Limón, mientras en su convalecencia se formaba hasta convertirse en un gran especialista en la línea Ourense-Santiago. Con la ayuda de la eurodiputada del BNG Ana Miranda consiguieron que la Unión Europea abortase el intento de España de cerrar el caso juzgando sólo al maquinista, cuya comparecencia ha sido hasta ahora el gran momento de la comisiónUn sollozante Garzón reconoció su error y dijo preferir haber muerto él que cualquiera de los pasajeros, mientras no conseguía que en el Congreso se pudiese escuchar su diálogo completo con la central de Atocha, en el que admitía que entró a 200 a una curva limitada a 80, pero recordaba que ya había advertido del riesgo de la curva a un responsable de seguridad. Se trata de todo un absurdo, porque el audio está colgado en Youtube.

Los siguientes platos fuertes llegarán cuando comparezcan los cargos de Adif y Renfe imputados en la causa y los exministros de Fomento José Blanco y Ana Pastor. De momento los primeros testimonios muestran que esa “otra cosa” de la que hablaba en el 2013 Celso Delgado era la chapuza en la planificación y gestión de la línea, en la que se dejó la vieja curva de Angrois, sin el sistema más avanzado de seguridad que habría parado el tren. Estas deficiencias se trataron de ocultar centrando toda la responsabilidad en el maquinista, bajo el pretexto de que, en plena crisis económica, España consiguiera el contrato de una línea del AVE de Brasil que no se construyó.

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